La Esquina de Hugo Miércoles, 4 marzo 2015

Unión Civil: ¿De qué lado está usted?

Hugo Coya

Periodista interesado en los silencios ensordecedores

El debate por la propuesta por la Unión Civil está permitiendo mostrar en toda su esencia las diferentes variables de la homofobia que existen en el país.

Así el pastor evangelista José Linares llama  lesbiana – como si ese término fuese una ofensa – a la primera ministra Ana Jara y la amenaza públicamente, a través de su Facebook, por defender los derechos de los homosexuales. Horas antes, otro pastor y congresista Julio Rosas, equipara la propuesta de Unión Civil al sexo con animales.

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Linares ni Rosas están solos en esa corriente que utiliza el discurso del odio hacia todo aquel que no comparte sus ideas, atravesando ahora ya los límites de la cordura y el respeto al prójimo que, dicho sea de paso, su propia religión pregona.

Esa corriente no es nueva y se basa en la reinterpretación de una realidad que considera adversa, convirtiendo a sus supuestos enemigos en farsantes, en personas que esconden lo que son y de esta manera se transforman, ellos, en los adalides de la moralidad, de las buenas costumbres, de lo bueno. Esto les permite reforzar la discriminación y criminalizarlos, exigiendo su condena y marginación.

Su discurso, teñido del barniz religioso, está plagado de frases maximalistas que apela al temor y al miedo de las personas menos esclarecidas para que sucumban, sin cuestionamientos, a sus designios. Se apela a las disyuntivas normal/anormal, natural/antinatural para polarizar y obligar a responder ¿De qué lado está usted?

Se pretende acallar a los otros, mostrándolos como seres despreciables, enfermos, anormales. De esta manera, se busca demostrar que aquellos que los siguen son los “normales” y que los “otros” siquiera merecen ser oídos por indeseables.

La historia posee numerosos ejemplos de estas personas que se consideran iluminadas y acaban haciendo sucumbir las libertades y la democracia en las sociedades, imponiéndoles regímenes totalitarios que se basan en la exclusión discursiva que, después, se vuelve una forma de opresión de esa supuesta mayoría sobre una minoría.

¿Si un grupo de ciudadanos es diferente o distinto porque debería compartir y estar en nuestra sociedad? Los nazis, los fascistas, la Santa Inquisición y el Estado Islámico — solo por mencionar algunos  casos – que sostuvieron y sostienen los mismos argumentos, con diferentes matices y resultados ampliamente conocidos.

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De esta manera, el debate por el reconocimiento de los derechos a los homosexuales está permitiendo poner al descubierto a esta corriente que se mantenía ´en el closet´, enquistada en partidos políticos u otras organizaciones, simulando abrazar la libertad, la democracia, pero que nunca las quiso ni las quiere porque apuesta por una situación donde no todos los ciudadanos deben ser reconocidos como iguales para mantener el oscurantismo.

Hugo Coya

Periodista interesado en los silencios ensordecedores